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Otros países no tiene cuota de autónomos ¿Por qué no es como en España?

En España, la cuota de autónomos es elevada y el argumento del fraude se utiliza para justificarla. Pero, ¿Tiene sentido?

Habrás leído innumerables veces que en otros países de nuestro entorno no tienen cuota de autónomos y que muchos de ellos, de hecho, están exentos incluso de ingresar el IVA recaudado por debajo de ciertos umbrales.

En España, lejos de mejorar, se ha introducido un sistema de tramos bajo el argumento de que es más progresivo, cuando en realidad las cuotas más bajas a penas varían, y se introduce la obligatoriedad de cotizar mucho más para otros tramos de ingresos.

¿Por qué no tienen cuota de autónomos y están exentos de IVA?

La pregunta es ¿Por qué? ¿Qué justifica que en España tengamos dos cuotas de autónomos, una normal y otra societaria, y en otros sitios no? ¿Por qué la administración española sólo contempla exenciones pasando por tediosos procesos burocráticos, y nuestros vecinos no?

Esta es la pregunta del millón, y que no se plantea en el debate público. Por qué hacemos lo que hacemos, qué efectos tiene, y a dónde queremos ir.

La burocracia no es gratis, ni siquiera cuando gestionas la presentación del papeleo online

Para muchos países de nuestro entomo, el argumento es simple. El tiempo de un funcionario público cuesta dinero. No compensa económicamente tener a esta persona revisando papeleo de pequeños contribuyentes porque los montos son menores al coste de tener ese empleado revisando el caso.

Ya no digamos si existe fraude o infracciones, que implica que alguien tiene que gastar, además, tiempo en perseguir al infractor.

Además, este dinero que no se recauda en primera instancia, circulará por la economía y acabará en el IVA, Impuesto de Sociedades y demás tasas e impuestos de otros agentes económicos.

Beneficiar por defecto

Si alguien está empezando su actividad económica y quieres ayudarle, tienes, digamos, dos vías conceptuales de hacerlo.

  1. Le obligas a restar tiempo y energía de su actividad económica y/o tiempo de descanso para averiguar qué exenciones y/o subvenciones tiene disponibles, los plazos, rellenar el papeleo disponible, presentarlo (en España esto puede ser un reto en sí mismo), esperar por la resolución (con plazos arbitrarios habitualmente), y en caso de resultar positivo, un ingreso incierto.

    No es poco habitual que mucha gente simplemente decida externalizar todo este proceso en un tercero, con lo cual estás mermando aún más el apoyo económico que querías ofrecer.

  2. Ahorrarte todo lo anterior. El pequeño empresario o autónomo no tiene que detraer tiempo y energía de su actividad económica o tiempo de descanso. No tiene que pagarle a un tercero en caso de no disponer de este tiempo o energía. No existe incertidumbre de ningún tipo, y la administración no pierde dinero revisando cientos de miles de casos, provisionando más fondos para los salarios de los empleados públicos que para la propia dotación de las ayudas.

    Esta persona simplemente tendrá lo que repercute de IVA en su cuenta bancaria, y dispondrá de ese dinero como él quiera. Si su actividad económica alcanza suficiente entidad, entonces sí tendrá ya sentido dedicar un empleado público a revisar su caso, y muy probablemente esta persona podrá contratar algún administrativo, o externalizar el servicio a un tercero sin que le suponga motivo de preocupación.

    Y si no alcanza dicha entidad, no importa, porque lo usará para contratar a alguien, pagar un servicio, etc.

Incluso si este dinero simplemente se ahorra en líquido, el estado gana, porque eso implica que su actividad económica o sus finanzas personales aguantarán mejor los vaivenes económicos derivados de crisis personales o globales (algo que en España conocemos muy bien). Alguien menos que necesitará ayudas estatales, un agente económico más que no cerrará a la primera de cambio y seguirá pagando impuestos.

Beneficiar por defecto no sólo tiene sentido desde un punto de vista operativo, sino también macroeconómico. Todo el mundo sale ganando.

Los pobres también pueden emprender

Hay algo obsesivo en los debates que he tenido sobre los autónomos en España, y es este mantra de que los autónomos son gente adinerada que cotiza lo mínimo, aprovechándose del sistema.

Dejando de lado lo desacertada que es esta apreciación, resulta llamativo la poca consideración que se tiene por los que vienen, no sólo por los que están.

Imagina que eres un empleado con poco capital, que quiere iniciar un pequeño proyecto empresarial. Tu país (pongamos Italia, por no irnos muy lejos) te cobrará un procentaje mayor o menor de tus ingresos netos.

Tu aventura empresarial puede quedarse en algo de poca entidad, o puedes convertirte en una empresa de mayor tamaño. En los dos escenarios tanto tú como el estado salís ganando.

Tú porque obtienes mayor renta y capital. Y el estado porque se reducen las probabilidades de que necesites su ayuda.

Si las cosas van mal, saber que el 30% de cero es cero te ayudará a dormir. No será agradable, pero que tus obligaciones fiscales se ajusten a tu situación es, desde luego, una gran ventaja para alguien con poca renta y capital.


En España, sin embargo, esto no es viable para grandes masas de la población. A Febrero de 2023 la cuota mínima de autónomos individuales es de 230€ al mes, y la de societarios de 310€ al mes (antes era de 377€, ha mejorado). Si ya eres empleado por cuenta ajena, estarás pagando a la seguridad social por partida doble (incluso con la deducción por pluriactividad), y buena suerte haciendo cábalas sobre tus ingresos previstos y demás inventos con el nuevo sistema de cotización.

Un país con una estructura económica tan débil, estacional, altas tasas de desempleo, renta disponible decreciendo, y ahorros en caída libre, parece el candidato perfecto para implementar las políticas de las que estoy hablando (aunque insuficientes). Pero parece que vamos en la dirección contraria.

Fracasar una vez no es una sentencia de muerte civil

Los sistemas fiscales que se mencionan en el artículo permiten que el fracaso en un negocio sea algo mucho más llevadero y suave que la prácticamente muerte civil que le sucede a mucha gente en España. Es especialmente dramático para quien no tiene una familia adinerada sobre la que apoyarse. Tiene incluso un ángulo social.

La idea es que alguien que ha emprendido anteriormente, tiene más probabilidades de hacerlo más veces y acabar dando con un negocio que funcione, generando renta y ahorro con los beneficios antes mencionados, tanto para el emprendedor como para el estado.

Aproximadamente el 80% de los negocios que se crean no llega a los tres años. Lo normal es que la gente falle en su primera aventura empresarial, y condenar a la gente a la muerte civil, cuando habrán aprendido y adquirido una experiencia muy valiosa, es un completo contrasentido, especialmente si pensamos en los efectos macroeconómicos.

¿No tendría más sentido para nuestro país aprovechar este acervo, en lugar de castigarlo? Sin embargo en España no sólo partimos en desventaja con muchos vecinos, sino que, por ejemplo, deducciones como la tarifa plana sólo están disponibles si es la primera vez que te das de alta en el RETA, un pequeño ejemplo más de la hostilidad y punitivismo de nuestro sistema fiscal.

Un estado con una cultura interna hostil

El estado español es bastante hostil con el administrado. Parece que muchos españoles están empezando ver la luz con el sistema de cita previa, el abuso sistemático de Hacienda y una larga lista de problemas en las relaciones estado-administrado, pero falta mucha perspectiva de cómo se hacen las cosas fuera de aquí, para comprender la dimensión del problema.

No se trata sólo de que la administración española esté entre las más complejas y nuestro sistema fiscal parezca diseñado para crear barreras de entrada a las rentas modales y bajas, es también un problema cultural, de actitud, que permea toda la administración.

Ya he enlazado antes a una noticia que nos dice que Hacienda pierde aproximadamente el 50% de los pleitos en los TEAs. Esto, básicamente, significa que Hacienda está actuando de forma irregular, y que algunos contribuyentes, aquellos con los recursos económicos, el tiempo, y la energía, son capaces de ganarles. Quienes no los tengan, buena suerte.

Lo que deberíamos preguntarnos es qué está pasando con los contribuyentes que no disponen de estos recursos, y por qué Hacienda hace lo que hace.

Sin embargo, no hay que elucubrar demasiado. La AEDAF consiguió una sentencia favorable que obliga a Hacienda a publicar los pluses de sus inspectores, aunque en Hacienda no parecen muy contentos, y no han cumplido la sentencia aún.

No es necesario un ejercicio muy elaborado de creatividad para imaginar lo que está pasando. Inspectores de Hacienda que cobran pluses por las cuantías que recaudan, pero que no sufren ninguna consecuencia si actúan de forma irregular.

¿Para qué sirve el estado?

Al margen de los debates entre libertarios y estatistas, sobre la conveniencia de la existencia del estado, podemos hacernos una pregunta mucho más terrenal.

Si tenemos estado ¿Para qué lo queremos? ¿Cuál es su función? ¿Hacia dónde debemos conducirlo?

En mi opinión, el estado es necesario, y su función es optimizar su actividad para maximizar el bienestar de la población que administra.

El estado, como toda organización de gran tamaño, no va a estar nunca exento de problemas de todo tipo, pero su existencia no debe ser un fin en sí mismo. Los impuestos no se cobran porque haya que cobrar impuestos, porque haya un valor moral en ello, se cobran para dotar unas necesidades.

Si el estado no cumple su parte, habrá quien diga que es un deber también, pero como mínimo es necesario corregir este comportamiento. Y si no es posible, hay que quitarle al estado la potestad de influir en aquello que está empeorando, y si acaso empezar de nuevo más adelante.

La izquierda y su problemática relación con el estado

Yo estudié sociología en una pequeña facultad de provincias del norte de España. No soy un prodigio memorístico precisamente, pero si de algo me acuerdo, es de que todos los autores que argumentaban la necesidad del estado, vease Hobbes, Locke, Webber, etc, también advierten sobre él. Por no mencionar autores libertarios, claro.

El propio Marx critica que el estado es una máquina que opera para garantizar la dominación burguesa sobre la clase trabajadora.

Hemos visto en este artículo cómo nuestro sistema fiscal levanta barreras de entrada innecesarias para las rentas bajas y modales, y cómo su operativa y su cultura son especialmente lesivas para estos grupos de población.

Sin embargo, en España, cualquier debate sobre el papel del estado en la vida económica, es intepretado desde la izquierda española como un ataque, y existe un posicionamento casi de carácter moral, lo que hace imposible tener debates intelectualmente honestos.

Habrá quien pueda leer este artículo y comentar que sólo se trata de significantes que la izquierda usa para manejarse en el debate público, pero toda vez que la izquierda española, en cualquiera que sea el partido político, ha tenido la oportunidad de legislar, esto se ha traducido en mayor complejidad administrativa, fiscal, y digamos, más estado sin considerar más allá de lo superficial las implicaciones de dichas legislaciones ni cómo se operativizan.

Antes hemos enlazado a un artículo de CIVIO que explica cómo la administración se ve obligada a rectificar numerosas veces porque sus procesos resultan inasumibles para los administrados. Pero no se trata sólo de la Cita Previa y la pobre y superficial concepción que tiene la administración sobre la digitialización.

El Ingreso Mínimo Vital, concebido en plena pandemia, resultó un fracaso no porque la administración estuviese viviendo una circunstancia excepcional, sino porque anticipar y lidiar con la complejidad de cualquier proceso requiere tantos actores y tanta planificación previa, que cualquier medida de emergencia se transforma en algo absurdamente caótico.

Los potenciales beneficiarios de dicho subsidio no eran capaces de tramitarla por su cuenta. O bien porque no son capaces de navegar la administración electrónica (una fortaleza, según el último DAFO que nos presentó el actual gobierno), o bien porque no comprendían los requisitos, los formularios, o una combinación de todas estas razones.

Como en todas las actividades de la administración, existe una corte de servicios privados que se encargan de traducir la administración para el resto de los mortales. Abogados, asesorías, etc. Resulta que para el IMV ni siquiera los traductores fueron capaces de manejar la situación.

Hablamos de gente que está acostumbrada a esto. Gente que tiene en su despacho máquinas virtuales con software de versiones concretas, para poder relacionarse con la administración incluso cuando esta te exige Internet Explorer y algún software sólo disponible para Windows XP.

Más tarde nos enteramos de que, para acelerar el proceso y solucionar los cuellos de botella, se le asignó parte del proceso a TRAGSA, pero al no tratarse de funcionarios públicos, por cuestiones legales, no podían cubrir todo el proceso, generando aún más cuellos de botella y feedback-loops.

A alguien se le debió ocurrir que justificar los problemas con el IMV sacando a pasear una teoría de la conspiración donde TRAGSA se dedicaba a boicotear al Gobierno, por estar manejada por opositores al gobierno, era una buena idea. La campaña fué bastante intensa en redes sociales y la empresa (pública, por cierto) se vió obligada a publicar varios [1] comunicados [2] desmintiendo las acusaciones.

Podemos hacer una lectura cínica de esta situación. Hacia falta mostrar que se hacía algo, y lo importante es el discurso. Si es un éxito, es que somos gente maravillosa, y si es un fracaso es por nuestros opositores, que conspiran contra nosotros.

Sin embargo, incluso fuera del ejercicio del poder formal, también parece que la izquierda tiene un problema muy serio con aterrizar lo general en lo particular, a pesar de que existe un buen acervo de autores que nos advierten de que incrementar nuestra relación con el estado no implica necesariamente mejorar nuestro bienestar, y hay muchas probabilidades de que suceda lo contrario. E Insisto que no estoy hablando de autores libertarios. Estamos hablando de Marx, Weber, los estructuralistas, etc.

No consigo identificar el origen de esta fé ciega en el estado, en "los servicios públicos". Tengo la impresión de que en algún momento del debate público español se confundió el discurso, o simplemente despareción todo lo que no fuese discurso, más allá de un par de debates académicos salpimentados aquí y allá.

En ese particular, parece que (o es una impresión mía) toda la izquierda española se puede resumir en: Quiero más control, más funcionarios, y más subvenciones.

Alguien podría decirme que estoy haciendo una caricatura, pero de verdad llevo un rato pensando sobre estas línas y no soy capaz de recordar un solo debate, una sola instancia, donde los discursos habituales de la izquierda no se aterricen de esta manera.

¿Para qué quiere la izquierda más estado? ¿No es acaso un medio? Un organización de semejante tamaño y poder ¿No merece acaso más atención que la metafísica y la entelequia?

Si la política es el ejercicio de transformar las cosas, y se piensa en términos políticos para transformar la realidad, relegar la técnica administrativa a una cuestión menor, de poca entidad, es un error.

Los detalles de esta técnica son los que pueden convertir al estado en un actor hostil, que convierte la vida de los administrados en una pesadilla, o el alivio de las rentas bajas y modales, de aquellos que no tienen as redes de soporte familiar, de los que llegan a España, y de los que necesitan auxilio en general.

¿Sabías que en extranjería sólo atienden en castellano?

El Fraude como argumento

Es bastante probable que lleves toda la vida escuchando que el fraude fiscal es muy elevado en España.

Medir el fraude fiscal es algo muy complicado y laborioso, pero en Europa los estados y la comisión llevan tiempo enfocando sus esfuerzos en medir lo que llamamos VAT Gap, es decir, la diferencia entre la recaudación ejecutada del IVA y la esperada, estimada en función de una miríada de variables.

Concentrar los esfuerzos en un impuesto relativamente sencillo, estandarizado y transversal a todos los estados permite hacer comparaciones, mejora la eficacia de la medida, y el IVA es un impuesto particularmente interesante por cómo se opera. Es una buena medida que nos puede resumir lo que está sucediendo en otras partes del sistema fiscal.

VAT GAP: % IVA no recaudado sobre el total estimado
Spain Italy France Germany
2016 6,10 % 26,50 % 8,80 % 9,40 %
2017 6,60 % 23,30 % 9,30 % 9,30 %
2018 5,50 % 22,60 % 8,50 % 9,40 %
2019 6,10 % 21,80 % 8,60 % 9,00 %
2020 4,70 % 20,80 % 8,00 % 4,80 %
Elaborado con datos de la Comisión Europea

Como podemos ver, la comisión estima que, de todo el IVA que podría recaudar el estado, se pierde aproximadamente un 6%. Colocándonos en la parte baja de la tabla de la UE. El siguiente es un mapa que ha publicado la comisión con los datos de 2020, para que te hagas una idea del contexto.

Otro gráfico que podemos observar es el siguiente:

Average share of state income
Tax Category OECD Spain France Italy Germany
Individual Taxes 24 23.8 21 26.9 27
Corporate Taxes 9.2 5.4 5.1 4.9 4.3
Social Insurance Taxes 26.4 37.5 32.7 31.5 39.7
Property Taxes 5.6 6.7 8.8 5.7 3.3
Consumption Taxes 32.1 26.7 27 26.9 25.7
Other 2.7 0 5.4 4.1 0
Fuente: TaxFoundation

En el cuadro superior podemos ver que la distribución de la recaudación del estado español es homologable a estados de tamaño similar. Es decir, no hay grandes desajustes entre los grandes grupos de ingresos. Están dentro de las expectativas.

Con estos mimbres cabe preguntarse si todos estos artículos sobre la economía sumergida y el fraude que, cíclicamente, pueblan los agregadores de noticias y las redes sociales, tienen algún sentido.

En el imaginario colectivo español, otros países de europa tienen este asunto mucho más controlado. En realidad podemos ver que España no destaca, y que nuestros vecinos, además de argumentos para diseñar sus sistemas fiscales, tienen unos resultados similares.

Incluso con el sistema fiscal más concienzudo, y el estado operando de la forma más opresiva posible, siempre habrá fraude, porque nunca habrá recursos suficientes para vigilar todas las transacciones.

En España, como vemos en el vídeo superior (y puedes comprobar los baremos tú mismo en la AEAT), hasta las donaciones más insignificantes tienen una carga fiscal asociada.

Incluso aunque prohibiésemos el efectivo, sería imposible perseguir la mayoría de donaciones en especie.

Dicho de otro modo: El argumento del fraude fiscal no se sostiene. Es posible hacer las cosas de otra manera, ser más benigno con las rentas más bajas sin penalizar los ingresos del estado.

El problema no es operativo, es conceptual

Pero el problema no es que se pueda o no, el problema es ¿Por qué lo hacemos?

Ya hemos visto en apartados anteriores que:

  1. Puede ser incluso más eficiente para el estado renunciar a monitorizar ciertas cantidades, y dejar que el dinero circule por la economía sin pasar por el tamiz fiscal en cada transacción.

  2. Los estados que operan así, tienen niveles de fraude similares o incluso menores que España.

  3. Optimizar el bienestar de la población no está (sólo) relacionado con más o menos estado, sino en cómo se opera.

  4. Otros sistemas son más benignos con las rentas bajas y modales.

¿Entonces, qué queda? ¿Por qué no podemos simplemente tener un sistema que sea realmente progresivo? Podríamos adoptar un modelo donde el autónomo paga una cuota equivalente a la seguridad social por cuenta ajena (en torno al 30%), en función de sus ingresos, con baremos mínimos donde la administración ni se molesta en recoger y procesar la información fiscal, tanto para beneficio de la administración como del administrado. No hay que ser muy creativos,

El problema no es operativo. Creo que, en realidad, tiene un origen cultural-ideológico, demográfico, y unos problemas fiscales sobrevenidos que generan mucha presión por recaudar.

Cuales son los motivos que (creo) están detrás del sistema actual

El primero de ellos, y vamos a ser claros, es el sistema de pensiones. La AIREF publicó en 2018 un simulador del gasto en pensiones y uno puede observar que ya estamos lejos del escenario central.

Tampoco es necesario simular demasiado, si uno busca cómo está la tasa de natalidad en España, y qué estadísticos sobre natalidad manejamos, ya puede anticipar que la cosa se pone difícil de cara al 2050. Puede uno regocijarse en el pesimismo paseando por las visualizaciones de CIVIO sobre los presupuestos generales.

Las pensiones son el gran elefante en la habituación. Son el principal sistema de redistribución en España (y habrá quien diga que esto no es una buena noticia), y debido a nuestra pirámide demográfica, el principal caladero de votos.

Si, ya sé que has leído sobre las pensiones hasta la saciedad, pero es que no podemos obviarlo porque son la principal partida de gasto, a muchísima distancia de las demás.

Los gobiernos no tienen muchos reparos en cambiar constantemente la estructura fiscal de impuestos accesorios, pero en el momento de hablar del IVA y de las Cotizaciones Sociales, dos de los principales instrumentos de financiación, la aversión al riesgo es máxima, asi que cualquier modificación cuyo análisis no se traduzca en un incremento de recaudación inmediato, aunque sus efectos a medio y largo plazo puedan ser beneficiosos, se cae automáticamente de cualquier batería de propuestas.

El segundo motivo es el la percepción de las generaciones anteriores está muy distanciada de la realidad de los trabajadores incumbentes. Es decir, aunque la historia económica reciente de España no ha estado exenta de altibajos, en general, las generaciones que nos preceden confiaban en que el futuro sería mejor, que trabajar les traería estabilidad, riqueza, y que el estado garantizaría su jubilación.

Muchas de estas generaciones, tuviesen peor o mejor fortuna, han podido enriquecerse y acceder a una cierta estabilidad a través, fundamentalmente, de la vivienda. Como se puede ver en el gráfico inferior, aproximadamente el 80% del parque de vivienda está en manos de particulares.

Y ojo, yo defiendo que esto está bien, socialmente es mucho mejor que los modelos que defienden los gurus de vamos a imitar a Europa.

Pero esto ha creado una serie de generaciones que no entienden que la situación ya no es la misma. De hecho, se está produciendo una transferencia masiva de riqueza de las generaciones incumbentes, con mucha peor relación entre sus salarios y el precio de la vivienda, sea en compravente o alquiler, y los propietarios de la misma. El modelo de bienestar a través de vivienda lleva 15 años fuera de servicio y las generaciones que tuvieron acceso a ella parece que lo ignoran completamente.

Es un problema del que la administración tiene gran parte de culpa, que tiene solución, y que no podemos tratar ahora, pero que parece que tanto los funcionarios como los cuadros de los partidos que diseñan políticas públicas ignoran, o peor, quieren ignorar. La población que tuvo acceso a esta vivienda no parece demandar a los partidos ni al estado políticas que reviertan esta situación, sino que o bien son apáticos al problema, o demandan todo lo contrario, lo cual es un problema porque son, ahora mismo, el grueso de votantes.

El tercero ya lo hemos comentado. Existe una cultura muy hostil en la administración. No soy capaz de aventurar de dónde viene, y ya hemos visto algunos ejemplos relacionados con Hacienda y sus incentivos. El apartado no merece mucha más extensión, salvo mencionar que existen más ejemplos, no sólo del funcionamiento funcionarial, sino del partido en el gobierno negándose a deflactar el IRPF, cuando es una medida obvia en el escenario de inflación actual, y donde España es de los pocos (si no el único, cuando publique esto) países que se niega a hacerlo.

Pero es necesario mencionar que esto también cuenta. Una administración obsesionada con el control y el castigo, que no es positiva a nivel macroeconómico.

Y esto, ¿tiene solución?

Solución técnica la tiene. Ya hemos visto como hay argumentos y modelos a imitar, básicamente porque somos más una excepción que una regla.

El problema en España, y lo que me temía que pasaría al escribir el artículo, es que todo está relacionado con la demografía, la vivienda y el sistema de pensiones.

La cuota de autónomos es una manifestación de la cultura que emerge de la relación entre esos tres factores. Sólo es una pieza más. Es importante para nosotros, los millenials, y las generaciones que nos suceden, porque nuestra capacidad de ahorro es muy limitada, y nuestras rentas del trabajo, además de inestables, son muy escasas. Esto hace que amerite nuestra atención.

Sin embargo, las generaciones que crecieron en las grandes fases expansivas de décadas pasadas son las que toman las decisiones ahora, pueblan toda la administración y la mayoría de los cuadros de los partidos, y honestamente, discursos sobre el conflicto generacional a parte, es bastante evidente que están actuando de forma tremendamente egoísta, y que el resultado de las políticas que han ido implementando es bastante pobre.

Lamentablemente también tienen completamente cooptados los discursos de los partidos políticos, hasta el punto de que los discursos sobre las reformas realmente transformadoras, son tabú.

Si formas parte de estas generaciones has de saber que tu esperanza de vida, por suerte o por desgracia para tí, te permitirá observar el agotamiento del relato. Si las generaciones que te suceden no son capaces de capitalizarse y generar un proyecto de vida como lo han hecho la mayoría de las personas de tu generación, vivirás lo suficiente para ver sus efectos, y muchas de las cosas que das por hechas (vivir en un país seguro, tener una propiedad, una pensión pública, un plan de pensiones privado razonable) se van a erosionar a gran velocidad.

Apuesto a que ya hueles algo en el ambiente. No te es tan ajeno.

Si eres un millenial, o de una generación posterior, la cuota de autónomos, para tí, es un elemento clave a la hora de proporcionarte la oportunidad de capitalizarte. Falles o aciertes, con el sistema actual es posible que ni siquiera te salgan los números para empezar porque no seas capaz de pagar las cuotas durante el tiempo que tarda cualquier negocio en empezar a generar réditos (ninguno lo hace inmediatamente, si es que llega a hacerlo). Con un sistema realmente progresivo, al menos podrás saber que durante el inicio de tu actividad, si te descapitalizas, al menos no será culpa de la cuota de autónomos, sino de los gastos e inversiones propios de tu actividad.

Si recibes vivienda en herencia, siempre que seas capaz de pagar la plusvalía y posibles cargas de la misma, tendrás un activo que te colocará en mucha mejor posición económica.

Si no recibes vivienda en herencia, la situación, lamento decírtelo, es mucho más crítica, y salvo que cambien las cosas, o tengas un trabajo de altísima demanda, es muy probable que formes parte de las enormes masas de working-poors.

En cualquier caso, la cuota de autónomos es una pieza que parece insignificante, pero en el mundo que viene, un sistema fiscal que te acompañe y que te permita sobrevivir los altibajos sin triturarte, será necesario.

¿Y yo qué puedo hacer?

Lo que se le suele decir a la gente es que con hablar del tema es suficiente, que eso ayuda. Pero no lo es, hace falta ser abrasivo.

Si tienes el tiempo y la energía de comentar estas cuestiones en organizaciones formales (partidos, asociaciones), esto es importante. Si puedes ingresar en estas organizaciones con más gente que piensa como tú, mucho mejor. Ahora, con internet, es posible que conozcas a gente de tu ciudad con intenciones similares.

Te digo esto porque, actualmente, con este tipo de propuestas vas a ser un tocahuevos. Te acusarán de cuestiones completamente peregrinas, como ser un facha, un liberal, un socialista... el significante que toque en la organización que estés.

Pero hay que explicar esta realidad a otras generaciones, e influír. Es la única manera.

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